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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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10-12-2010

 

 

 

 

¿Qué significa construir el socialismo hoy?

SURda

 

 

Julio A. Louis

Escribimos en esta columna el 19 de noviembre, que el socialismo es mundial o no es, que como modo de producción y como sistema o derrota al capitalismo o retrocede vencido o necesitado del peligroso "paso atrás", con variantes aplicado en China, Viet Nam o Cuba. Su victoria exige precisiones y contar con determinadas premisas. Comencemos por las precisiones.

Marx había caracterizado diversos modos de producción (la interrelación entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales establecidas en la producción). Sin embargo, había observado que existen períodos de transición entre ellos, que suelen ser más prolongados que las fases de apogeo. Esa tendencia general lleva a pensar que también se aplicará para la transición entre el capitalismo y el socialismo. Para expresarlo gráficamente: el capitalismo es un organismo enfermo, cada vez más debilitado, pero los componentes de las fuerzas sociales alternativas, muestran signos de inmadurez para rematarlo. La fortaleza sitiada está "a punto" de caer, pero las tropas sitiadoras aún son inexpertas, con lo que se prolonga su agonía.

Los maestros del materialismo dialéctico sostuvieron que aunque la Revolución Socialista sería mundial, la conquista del poder por la clase obrera no podría ser simultánea en todos los países (hoy, más ampliamente, cabe hablar de la clase trabajadora y sus aliados cercanos). A partir de esa constatación, debe apelarse a la diferenciación hecha por Lenin, entre los conceptos de Revolución en sentido amplio y Revolución en sentido estricto. Revolución Socialista en sentido amplio implica transformaciones profundas de las estructuras (económicas, sociales, políticas, culturales); el espacio es mundial y el tiempo comprende toda una época histórica. La Revolución Socialista en sentido estricto se define por la conquista del poder por los trabajadores y sus aliados, dispuestos a la construcción socialista; el espacio es nacional o estatal, y el tiempo se reduce a un período históricamente breve. En los maestros fundadores la diferencia ni fue considerada porque aún cuando pensaban en la posibilidad de la victoria socialista en tal o cual país, ­y utilizaran el concepto en el sentido estricto­ nunca se habían planteado que la revolución quedara aislada en un espacio nacional o estatal por un tiempo prolongado. Sólo Lenin comprende la contradicción y se angustia al final de su vida.

Ahora, podemos y debemos percibir la diferencia entre ambos conceptos. Cuando Evo Morales, Rafael Correa, Hugo Chávez y los dirigentes cubanos, postulan la Revolución Socialista, saben que su construcción se realiza en un espacio nacional y estatal limitado, sin ignorar que las economías de sus países siguen siendo predominantemente capitalistas y los nuevos Estados en construcción mantienen fuertes rémoras del pasado burgués. Lo positivo y distintivo, es que ellos se orientan ideológica y políticamente a superar al capitalismo mediante una prolongada fase de transición. Esa fase de transición sólo se sostendrá y afirmará en espacios mayores a construir, hasta que sea mundial, con aportes complementarios de sus pueblos (por la vía de cadenas productivas, de acuerdos de cooperación, de defensa militar, etc.). De allí, el valor del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América).

Respecto a las premisas necesarias, nos parece que son imprescindibles para avanzar las siguientes, simultáneas e interrelacionadas: desarrollar las fuerzas productivas en pos de alcanzar a las economías capitalistas centrales conservando la soberanía, limitada por ejemplo, por los TLC; construir bloques supra-nacionales, en relación a los actuales Estados nacionales, que potencien la construcción desde lo económico a lo militar; incentivar las formas de propiedad social, esto es, las que se favorecen y fomentan la planificación, tales como cooperativas, empresas autogestionadas, micro, pequeñas y aún medianas empresas, y fortalecer la propiedad estatal, sobre todo, las estratégicas; madurar ideológica y culturalmente, para hacer viable la hegemonía (el poder de convicción) de los trabajadores y sus aliados; promover Estados democráticos de nuevo tipo, en manos de las clases populares, tanto a nivel de las decisiones generales como a nivel de gestionar las diversas decisiones particulares (productivas, educativas, sociales, etc.).

Los trabajadores y explotados del mundo y de cada nación, no estamos aún en condiciones de vencer plenamente. A no desesperarse, a ser conscientes de nuestras limitaciones.

 

 

 
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